RESUMEN
Es indudable que la
Alta Velocidad ferroviaria es un éxito. Ya en 1999, una
quinta parte de la
oferta de transporte de viajeros que realizaban nueve administraciones
ferroviarias europeas estaba basada en servicios de Alta Velocidad
(casi 53.000
millones de viajeros·kilómetro), manteniendo una
tendencia claramente creciente
en los últimos años. Actualmente existen en
Europa más de 3.000 km de nuevas
líneas especialmente construidas para desarrollar estos
servicios y se prevé
que esta red alcance los 6.000 km en 2010.
El
éxito del
ferrocarril de Alta Velocidad se basa en la aplicación de
soluciones
tecnológicas contrastadas sobre los tres elementos del
sistema: nuevas líneas
especialmente construidas donde es posible alcanzar velocidades
comprendidas
entre 250 y 300 km/h; modernos vehículos ferroviarios que
permiten alcanzar
estas velocidades con un alto grado de confort; y, finalmente, un
sistema
específico de explotación que permite ofrecer
servicios de alta frecuencia con
unas tarifas atractivas.
En
este artículo se revisan las consecuencias
territoriales de algunas de las experiencias
internacionales de Alta Velocidad más significativas, con el
fin de extraer
pautas generales que permitan reflexionar acerca de las consecuencias
de la
planificación ferroviaria en curso en España.